viernes, 29 de junio de 2012

Bertha Benz y primera gasolinera

124 años han transcurrido desde el año 1888, en la fecha hasta hoy.
Bertha Benz condujo el primer vehículo de la historia, fabricado por su marido Karl Benz, con patente de registro en el Gobierno alemán nº 37.435.

Coraje y admiración para la primera mujer conductora que tuvo la valentía de acompañarse de sus hijos pequeños, en un recorrido de una ciudad alemana a otra.
Su perseverancia y decisión nos abrió las puertas para las posteriores generaciones a todas las mujeres a nivel mundial.

126 años largos desde 1986 han transcurrido desde que se instaló la primera gasolinera, en un edificio con titularidad de farmacia, donde se suministraba a parte de medicamentos un derivado del petroleo, que solamente se vendía en farmacias, que lo usaban como disolvente y quitamanchas.
(las manchas de resina de pino se quitan y las quitaba mi madre a las chaquetas de mi padre cuando era maderista, comprador de pinos para cortar. Años 1940-1950, las manos manchadas con resinas se limpiaban con gasolina, quedando muy secas, pero totalmente limpias y con un fuerte olor a gasolina)

Si alguna vez tienen oportunidad de pasear por la pequeña ciudad alemana de Wiesloch es posible que se encuentren con la reluciente placa conmemorativa que se muestra en la imagen, donde se puede leer la frase “Erste Tankstelle der Welt”. Como supongo que muchos de vosotros no estareis familiarizados con la lengua de Goethe, me vais a permitir que os la traduzca: “la primera gasolinera del mundo”.
Si echais un vistazo alrededor esperando encontrar algo así como una gasolinera actual pero con la estética y la tecnlogía de hace un siglo, os llevareis una tremenda decepción. La fachada del edificio que luce la citada placa esconde en su interior lo que en Alemania se denomina Apotheke. En castellano las llamamos Farmacias.

Los conductores llevaban sus propios recipientes, generalmente botellas, garrafas o incluso lecheras, que luego vaciaban en el depósito de sus coches. Las medidas de seguridad eran inexistentes y los accidentes por incendio estaban a la orden del día, especialemente si algún despistado se empeñaba en fumar durante el repostaje.
Los primeros surtidores aparecieron varios años más tarde, a medida que las carreteras se poblaban de coches sin caballos. La mayoría se ubicaban en las dependencias de los nuevos talleres de automóviles, que generalmente eran antíguas herrerías o cerrajerías que cambiaban de actividad comercial ante el rumbo que empezaba a tomar el transporte por carretera. Pero estoy seguro que ninguno de aquellos empresarios habría imaginado que las gasolineras llegarían a ser, con el tiempo, negocios con entidad propia que incluso llegarían a tener regulada, por ley, la distancia máxima a la que podrían ubicarse en algunos tipos de carreteras.

A pesar de formar parte de la historia del automóvil, la calle donde se encuentra la “primera gasolinera del mundo” hace tiempo que no ve pasar un coche. Desde hace unos años es una zona peatonal y todo aquel que quiera ver la farmacia y la estatua conmemorativa del viaje de Bertha Benz tendrá que hacerlo a pie.

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